El juego constituye una herramienta con un enorme potencial simbólico que permite a los niños enlazar y dar un sentido a los eventos ocurridos tanto en el mundo que los rodea como en su mundo interno. Involucra una serie de actividades que se caracterizan por conjugar experiencias, habilidades, sentimientos, elementos socio-culturales. Funciona entonces por un lado, como un medio para el aprendizaje, y por otro, como un medio para la creación y la expresión subjetiva.
Freud en 1920 en su texto "Más allá del principio de placer", nos habla de un niño que produce un juego auto creado, que es su invención ante el vacío que deja la partida de la madre. El carácter de auto creado revela el aspecto de invención, de radical singularidad en la constitución del sujeto; el juego enlaza lo simbólico, los significantes: es el llamado “Fort, Da”. En dicho juego, se reproducía la desaparición y la reaparición de la madre, permitiéndole al niño, quien se encontraba en una actitud pasiva ante el acontecimiento real, asumir en el juego un papel activo, haciéndose dueño de él.
Freud en 1920 en su texto "Más allá del principio de placer", nos habla de un niño que produce un juego auto creado, que es su invención ante el vacío que deja la partida de la madre. El carácter de auto creado revela el aspecto de invención, de radical singularidad en la constitución del sujeto; el juego enlaza lo simbólico, los significantes: es el llamado “Fort, Da”. En dicho juego, se reproducía la desaparición y la reaparición de la madre, permitiéndole al niño, quien se encontraba en una actitud pasiva ante el acontecimiento real, asumir en el juego un papel activo, haciéndose dueño de él.
Desde el psicoanálisis de orientación Lacaniana la actividad lúdica es una emergencia del lenguaje. El juego es un dispositivo que hace trabajar al inconsciente, lo hace producir. El niño que juega va incorporando el entorno a su psiquismo a la vez que va insertándose él en dicho entorno.
Dentro del espacio de la consulta el juego le permite al terapeuta comunicarse con el mundo interno del niño, y todas las intervenciones e interpretaciones se harán empleando este poderoso recurso simbólico.
El juego y el jugar adquieren entonces una dimensión tan singular como lo es cualquier otro tipo de discurso, porque posibilita la expresión de problemáticas. Al jugar, el malestar emocional de los niños sale de la psique y se proyecta afuera, permitiéndoles crear una forma de aproximarse a aquello que les aqueja y progresivamente, afrontarlo.
María Gabriela Mijares
Directora General
Explora Centro de Atención Psicológica, S.C.
0414-ASISTIR (2747847)
www.redexplora.com
@redexplora.com
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